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Space Title

Metro Misterios

Within the World Titled Metro Misterios
Credited to Ayax
Opening date October 28th, 2023
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Main image for Metro Misterios

Artworks in this space:

Monumento al hermoso desconocido

No me queda nada más que escribir esto y tal vez hacerle una estatua en metro Xola, que fue el último lugar donde lo sentí cerca. El Monumento al Hermoso Desconocido: un vato flaco agarrándose el paquete de bronce.

La ciudad me lo restregó enfrente y después lo reclamó. Tal vez volvió a la tierra de donde salió, a poner caliente a alguien más, y en realidad es un vampiro que se alimenta del calor que emiten las pelotas de los weyes.

electrónicos, ropa, películas piratas, tortas, botana, elotes, empanadas y ya al final, alejado de los demás puestos como si las mujeres que lo atienden fueran unas apestadas, tlayudas.

Cuando salí del laberinto de carpas de plástico ya lo había perdido de vista. Habían sido dos cuadras. Me cambié de acera para ver si del otro lado lo veía entre la gente. Nada. Quise gritar su nombre, pero nunca se lo pregunté porque ni siquiera hablamos.

Escanee cada rostro como si fuera un robot, por si sus facciones se me habían camuflado entre todas las demás. Nada. Busqué: pantalón ajustado, camiseta azul celeste, suéter blanco bajo un brazo. No se han encontrado resultados para tu búsqueda. Lo había perdido en el mar de gente.

Con dificultad atravesamos la multitud que rodeaba los puestos callejeros de tacos, mariscos, guisados, jugos, aguas frescas, pizzas, gorditas…

En Xola me paré en la puerta y él se colocó junto a mí, pero cuando el metro se detuvo salió disparado. Primero pensé que iría a esos famosos baños que están sobre Tlalpan y mientras lo seguía me lo imaginaba de rodillas en el nauseabundo piso del lugar, ansioso devorándome mientras le marcaba el ritmo con las manos.

Voy a bajarme con él y me va a pedir mi teléfono o un cigarro. Vamos a sacar plática de cualquier cosa o nos iremos directo a su casa o a un baño o a un motel. Y vamos a caminar incómodos y en silencio, y tal vez el sonido de su voz o de la mía rompa el encanto, pero iremos de todas maneras porque ya no podemos dejar esto así”, pensaba.

Al salir de la estación, en vez de dirigirse a los baños, caminó al otro lado, rumbo a los puestos de comida y los paraderos de microbuses. Me saqué de onda. Tal vez en realidad también se baja aquí y va a tomar un microbús y ya se va a su casa. O tal vez quiere que lo siga a su casa.

Sentí mezclilla rozando mis dedos. Era él. Se las había arreglado para acomodarse de nuevo de espaldas a mí. Voltee la mano para recibir de frente su culo, su culo que era un cáliz. Apreté. Me pregunté si le entraría a todas las cosas que se me estaban ocurriendo. Tenía cara de que sí. Me cachó mirándolo en busca de respuestas, pero solo me aventó una sonrisita.

Amar en el metro.

El tren salió a la superficie y quedamos iluminados, nuestras rampantes erecciones hechas públicas. Tuvimos que movernos.

Voy a bajarme con él y esto es lo que va a pasar.

El metro empezó a moverse y él se replegó hacia mí como si hubiera estado esperando una señal. Cuando la gente se movía, se alejaba un poco y luego volvía a acoplarse en mi entrepierna, como si ese fuera su lugar correcto en el universo.

Yo ya no cabía en mí. Cada vez que se alejaba era yo quien lo buscaba de nuevo. Dejé de pensar en discreción. Dejé de pensar en general.

El vagón se vacío en Pino Suárez y tuvimos que separarnos. Me imaginé haciéndole de todo en el suelo azuloso del tren, con los pantalones en los tobillos, en medio de las oficinistas limpiándose el maquillaje en sus asientos y los trabajadores de mirada cansada que cargan sus pertenencias en bolsas de plástico.

Él me eligió en metro Hidalgo. Yo estaba en el andén recargado contra la pared y él pasó frente a mí, se puso a mi izquierda y me miró. Era breve: delgado y tal vez 1.70 de estatura, de piel blanca y una barba rala descuidada.

Le sostuve la mirada como tanto tiempo fui capaz. “Ven”, me decía con ojos negros. Todo lo demás me lo dijo el relieve de sus pantalones ajustados mientras caminaba contoneándose frente a mí.

Abordamos el mismo tren y se colocó estratégicamente delante de mí, cobijados por la multitud oficinista de las seis de la tarde.